Regresando a las banalidades de la vida, única cosa que realmente vale la pena de nuestra existencia, discutíamos abiertamente del cabello. Erika se queja porque tiene mucho y rebelde, Laura porque tiene poco y no le crece parejo. ¿Cómo que no te crece parejo?. No! Me crece así como en capas, dijo. Y en efecto así es. Si Laura cree que el pelo no le crece parejo, el pelo no le va a crecer parejo. La casa de Laura, igual que la mía, la de Erika y todos los que vivimos aquí, está llena de hormigas: hormigas de todos tipos, grandes chiquitas obscuras y rubias. Las de la casa de Laura, en las noches, cuando duerme, le van comiendo las puntitas del pelo. Laura entre sueños piensa que es Alfredo que la acaricia, y Alfredo que duerme como una roca ni se entera. Como tiene el cabello rizado, ni se nota que está un poco disparejo.
Las hormigas de la casa de Laura son verdaderamente particulares, además de comerle el cabello, no duermen ya que han escuchado decir que el pelo de Laura es café y que el café quita el sueño.
martes, 17 de julio de 2007
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