martes, 17 de julio de 2007

El Testigo

La noche repleta de lluvia obliga al gato a permanecer en el pretil. Bajo la cornisa que cubre la ventana, en silencio, se asoma a través del cristal lamiéndose los bigotes. Espectador de un ritual incandescente, saborea el calor que despide el amor de dos siluetas revolcándose en la húmeda penumbra. Hombre y mujer: una fusión apasionada.
A ritmo desenfrenado ella es poseída. En el espasmo causado por el vértigo del deseo él gime con instinto animal. Converge su mirada con los felinos ojos que lo observan . En el vidrio se empalman; dos reflejos en una imagen. El gato desde afuera, abandona su materia y entra al cuerpo que cabalga. El jinete del amor también sufre la mudanza. Y la noche repleta de lluvia lo obliga a permanecer en el pretil donde en silencio, se asoma a través del cristal.

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